Reseña

Reseña

No es el trabajo de Ambeto nada que no se pueda mirar de soslayo, sin embargo, es su obra la mirada desde el performance del cuerpo sujetado a la inercia, un poco al modo de Turner, el romántico inglés, que sostenía la soledad de la existencia humana frente al desborde de la naturaleza sobre todos los perfiles destruibles. A su vez, lejos de ese siglo XIX, reencuentra la nostalgia del que parte sin partes en parte, y convierte al ojo fotográfico en un sabelotodo técnico, producto además de lo digital y la impresión química, una mezcla indisoluble entre su ser moderno y contemporáneo.

El recorrido por sus imágenes consiente en domesticar al ojo estético, incitando a denotar su potente IMAGE, su inquebrantable sentido del detalle, del juego de las texturas, las tomas aéreas, a ras, en punto de fuga, en media picada. Todas en silencio, como las cámaras análogas y su obturador, que se parecen el sonido de los discos de acetato y todas las posibilidades de su aguja sobre los surcos.

Si bien es el instante la tajante y decimonónica postura de la fotografía, aspecto que preocupó a pintores entonces, es ahora, inevitablemente; un arte visual consciente de las influencias pictóricas: el paisaje, los cánones renacentistas sobre sus hechuras, la simetría, las perspectivas y a su vez, asume con toda dignidad que su función científica, dígase su nacimiento etnográfico, arqueológico, antropológico ha vertido sus formas y contenidos a las temáticas y al propio resultado de la imagen, para conversar cordialmente con las propuestas visuales del siglo XXI.

MAYTE ACOSTA
2019